Ten cuidado con tu intuición

GTD es un sistema de gestión personal en el que, cuando has hecho correctamente tus deberes, puedes y debes guiarte por tus instintos e intuición. Esto no significa que se trate de un sistema muy poco formal en el que al final siempre harás lo que te dé la gana.

Lo que significa es que, una vez has capturado todo lo hay bajo tu radar, has aclarado que significa cada cosa, has puesto cada cosa en su sitio y has racionalizado cuáles son tus verdareros intereses, entonces tu consciencia está lo suficientemente preparada e informada para tomar decisiones más o menos intuitivas. Y digo “más o menos”, porque detrás de esa aparente intuición, como puedes ver, hay un trabajo importante.

Sin la preparación adecuada, confiar en tu intuición no sería una idea demasiado inteligente. Estudios neurológicos han acreditado que la mayoría de las personas somos demasiado confiados, que nos fiamos en exceso de nuestras intuiciones. El estudio más famoso consistía en plantear la siguiente pregunta a numerosos alumnos de diferentes universidades norteamericanas:

Un bate y una pelota cuestan juntos 1,10 dólares.
El bate cuesta un dólar más que la pelota.
¿Cuánto cuesta la pelota?

La respuesta inmediata que viene a la cabeza de la mayoría de la gente es que la pelota cuesta 10 centavos. Si nos tomáramos la molestia de hacer una pequeña comprobación, nos daríamos cuenta en seguida de que eso no es posible (si el bate cuesta un dólar más que la pelota, entonces costaría $1,10, y la suma sería de $1,20).

El 50% de los alumnos de universidades de prestigio como Harvard, el MIT, o Princeton dieron la respuesta incorrecta. En universidades menos selectivas, este porcentaje llegó hasta el 80%.

El problema es que confiamos tanto en nuestra intuición que rara vez comprobamos si es correcta o no, una comprobación que la mayoría de las veces sólo supone pensar un poquito más. Según Daniel Kahneman, psicólogo, premio Nobel y estudioso de este tipo de comportamientos, no sería injusto tildar este comportamiento de pereza intelectual.

Además, ocurre que cuando creemos que una conclusión es verdadera (lo sea o no), nuestro cerebro está más dispuesto a creer los argumentos que respaldan esa conclusión, aunque no sean muy robustos. Es decir, que en vez de argumentar y llegar a una conclusión lógica, muchas veces lo que hacemos es llegar primero a la conclusión (por intuición) y después buscar los argumentos que apoyan nuestra conclusión. Si lo piensas un poco, es de locos.

Así que debes estar alerta y no quedarte satisfecho con las primeras respuestas que llegan a tu mente, ésas que son fáciles de digerir. Cuestiona tu intuición o, por lo menos, aliméntala y edúcala lo suficiente—como hace GTD—para que se convierta en una herramienta realmente útil.