Porqué deberías definir un objetivo ambicioso para 2018

Se ha comprobado que el hecho de establecer objetivos o metas tiene una relación directa con la ejecución de tareas. Es decir, definir objetivos nos hace más productivos.

También nos han enseñado, porque es una manera estándar en el mundo empresarial, que la mejor manera de definir objetivos es siguiendo los criterios SMART: específicos, medibles, accionables, relevantes y limitados en el tiempo. Este tipo de criterios nos obliga a traducir aspiraciones difusas en planes concretos, a discernir los pasos que hay que realizar para lograr algo y a encontrar la disciplina necesaria para llevarlos a cabo.

Resulta evidente que tener unos objetivos claros nos estimula para lograr cosas en la vida. Pero hay que tener cuidado. Debido a nuestra necesidad de cierre cognitivo y a la satisfacción que nos produce el simple hecho de completar cosas, corremos el riesgo de establecer unos objetivos más orientados a nuestra complacencia y a mantenernos ocupados que a hacer lo correcto. Definir objetivos SMART no implica que vayamos a hacer lo correcto.

Según Charles Duhigg en su libro Más agudo, más rápido y mejor, los experimentos han demostrado que la gente con objetivos SMART es más proclive a aferrarse a las tareas más sencillas, a obsesionarse con terminar proyectos y a quedar congelada en las prioridades una vez que se ha marcado un objetivo. Si únicamente nos centramos en resultados factibles, solo pensaremos en objetivos factibles.

En Japón, después de la Segunda Guerra Mundial, la mayor parte de la gente vivía entre Tokyo y Osaka, separados por 500 kilómetros de vías ferroviarias cuyos trenes recorrían muy lentamente debido a la topografía. Para dinamizar la economía del país se decidió inventar un tren más rápido, que pudiera circular a 200 kilómetros por hora. Este no era para nada un objetivo realista. Ningún ingeniero creía que se podrían superar los 100 ó 120 km/h, debido a las continuas curvas.

Sin embargo, el hecho de tener un objetivo muy ambicioso estimuló a los ingenieros a producir multitud de innovaciones, grandes y pequeñas, a lo largo de los años: vagones con motores incorporados, engranajes que reducen la fricción, vías reforzadas, etc. En 1964 el primer tren bala del mundo fue de Tokyo a Osaka a una velocidad media de 200 km/h.

Los objetivos SMART nos pueden ayudar a lograr mejoras de forma paulatina, pero si queremos soñar a lo grande y lograr un cambio transformador debemos recurrir a objetivos ambiciosos. Un objetivo ambicioso es aquel que, al menos al principio, no tienes ni idea de cómo lograrlo y, hoy en día, las empresas más importantes establecen algún objetivo de este tipo, además de los habituales.

Comprometerse a lograr metas ambiciosas y aparentemente inalcanzables te hace salir de tu zona de confort y fomenta nuevas maneras de pensar.

Por supuesto, un objetivo ambicioso debe descomponerse en elementos accionables más pequeños (también llamadas metas proximales), probablemente del tipo SMART, para que la visión de una meta aparentemente inalcanzable no resulte tan abrumadora como para desalentarnos y abandonar.

Mi objetivo es desarrollar un software que ayude a cualquier persona del mundo a estar bien organizada y vivir con el mínimo estrés, para que pueda enfocarse en las cosas importantes de verdad y disfrute más de la vida. ¿Suena ambicioso? ¡Vaya si lo es!

Y tú, ¿tienes ya un objetivo ambicioso para el año que viene? ¿Por qué no sueñas a lo grande?