Categoría: “Productividad Personal”

Cuando tratamos de ser efectivos en aquello que tenemos que hacer, cuando tratamos de ser productivos o—desde una perspectiva más amplia—tratamos de ser felices, solemos actuar sobre los factores que podemos controlar y cruzamos los dedos para que otros factores del entorno que no podemos controlar se porten bien con nosotros o, al menos, no resulten demasiado hostiles.

Por mucho que desarrolles las habilidades necesarias para mejorar cualquier aspecto de tu vida, siempre será posible mejorar todavía más. No hay un libro, ni un método, ni una persona, ni una herramienta que pueda llevarte a la perfección en ningún área de tu vida. Mejorar uno mismo, desarrollarse, es una tarea que no termina nunca.

Estás delante de tu ordenador, trabajando en ese aburrido informe que tu jefe te ha pedido que hagas y, joder, necesitas un descanso. Así que decides distraerte unos minutos echando un vistazo al timeline de tu Twitter, o viendo las fotos del fin de semana que tus amigos han colgado en Facebook.

Hay momentos en que un proyecto se te atraganta. Suele pasar. Si se trata de un proyecto profesional, normalmente harás lo imposible por continuar y hacerlo llegar a buen puerto, bien sea por no perder una oportunidad de negocio, bien sea por no perder tu trabajo.

Todos procrastinamos de vez en cuando. La mayoría de las veces se trata simplemente de retrasar unos minutos o unas horas algo que debemos hacer (“venga, 10 minutos más en Twitter y después me pongo con ello”, “Esta tarde le llamaré, ahora no me apetece”). Otras veces es más grave, porque nuestra falta de voluntad para acometer esa tarea afecta a otras personas y les genera problemas.